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miércoles, 2 de mayo de 2018

UN MODESTO INVENTARIO DE PEQUEÑAS DICHAS






“Rodó la piedra y otra vez como antes
La empujaré, la empujaré cuesta arriba
Para verla rodar de nuevo.
Comienza la batalla que he librado mil veces
Contra la piedra y Sísifo y mí mismo.
Piedra que nunca te detendrás en la cima:
Te doy gracias por rodar cuesta abajo.
Sin este drama inútil sería inútil la vida.”

El anterior fragmento de un poema denominado Retorno a Sísifo, de José Emilio Pacheco, es una declaración de guerra contra el absurdo de la vida, señala que el sentido mismo de ella es la rebelión, una conducta que Sísifo símboliza, pues al ser condenado por los antiguos dioses griegos a un castigo eterno (subir una pesada roca hasta una cima, y una vez allí, la roca rodaría cuesta abajo, para que él tuviese que volver a levantarla de nuevo, una y otra vez, en una trágica tarea infinita) la opción más racional es terminar él mismo con su vida, no obstante no lo hace, y con una resignación más que heróica soporta su fatigante tarea, a pesar de que esta conlleva una miserable existencia, unicamente movido por la finalidad de desafiar a sus verdugos (en este caso: la vida), para no permitírles el gusto de verlo derrotado. Albert Camus, el filósofo francés, en su libro la rebelión de Sísifo, plantea esta suerte de existencialismo nostálgico y optimista al tiempo frente a la vida. Una vida, sin duda, llena de dolor, pero también a veces de efímeras alegrías, por eso se ha dicho, y no con desacertada reflexión que la felicidad existe sobre todo en los recuerdos y en las pequeñas cosas. De ahí que todos tengamos un inventario de diminutas dichas. Este es el mío:
1. Un buen libro al lado de un café, algunas veces de filosofía existencialista, otras de liberalismo anárquico.
2. Un buen caso jurídico que comporte la defensa de derechos sociales, de esos quijotescos, que se saben a sí mismos como imposibles, pero que es necesario luchar, en razón de ser portador de una atracción si se quiere fatal a las causas perdidas: “La infelicidad ajena es mi desdicha”, afirmó con buen juicio el escritor Antioqueño Fernando Vallejo.
3. Estar en vela durante toda la noche, para disfrutar de sus horas lentas y felices, de su tranquilidad, su silente ausencia, para luego despertar un domingo en medio de una tarde ya gris y comprender la soledad de la existencia.
4. Una buena canción de Rock, cualquiera sea su género, solo rock por supuesto; uno de esos caprichos inexplicables.
5. Reunirme con los hombres y mujeres de mentes e ideas libres, aquellos iniciados que le hacen culto a la razón, para comprender el mundo real, que propugnan por la igualdad y la fraternidad, que critican la intolerancia, los fanatismos de toda clase, que defienden las libertades individuales y los derechos humanos: "Los hijos de la viuda".
6. Tratar con empatía tanto a conocidos como a extraños, ofreciendo el amor como una flecha que va en un solo sentido, en una sola dirección, otorgándolo todo, para nunca tener que soportar una pesada carga sobre la cual escribió un poeta escéptico: "la congoja ya inútil de que nada nos hubiera costado haber sido más buenos".
7. Ver un buen documental, de esos largos, interminables y traducidos al español de España: sin duda para muchos, un camino allanado para Morfeo, dios del sueño; para mí no; los que conocen la historia de Giordano Bruno, saben que ser hereje, esto es, ser diferente a lo ordinario, es una virtud fundamental.

He ahí mi pequeño inventario de diminutas dichas…

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