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miércoles, 18 de diciembre de 2019

LA HISTORIA DE LA REBELIÓN DEL SOVIET DE KRONSTADT


La historia de la rebelión del soviet de Kronstadt.

El 8 de marzo de 1921, fue aplastado por los Bolcheviques, el soviet de Kronstadt -Ubicado cerca de la ciudad rusa de Petrogrado-, uno de los concejos populares -integrado por marinos, soldados y trabajadores- basados en la democracia directa, que participó decisivamente en la revolución rusa de 1917 -fue el primer y más importante soviet de trabajadores que existió en Rusia, cuyo apoyo fue crucial el 20 de octubre de ese año para realizar el golpe al gobierno provisional de Alexander Kerensky-, pero que ante el advenimiento de la dictadura del partido único -partido comunista- y sus políticas de militarización de las fábricas ya en manos del nuevo Estado soviético, con la consecuente violación masiva de derechos de los trabajadores -jornadas laborales de esclavitud para aumentar la producción, violación del derecho de sindicalización, salarios de miseria-, se había rebelado contra el partido comunista y pedía el establecimiento de una democracia basada en el pluralismo de diversos partidos políticos -entre ellos otros de izquierda-.
Los rebeldes del soviet exigían lo siguiente:

"1. En vista de que los actuales sóviets no expresan la voluntad de los obreros y campesinos, celebrar inmediatamente nuevas elecciones mediante voto secreto, con libertad para que todos los obreros y campesinos puedan realizar propaganda electoral en el período previo;

2. Dar libertad de expresión y prensa a los obreros y campesinos, a los anarquistas y a los partidos socialistas de izquierda;

3. Asegurar la libertad de reunión para los sindicatos y las organizaciones campesinas;

4. Llamar a una conferencia no partidaria de obreros, soldados del Ejército Rojo y marineros de Petrogrado, Kronstadt y de la provincia de Petrogrado, para una fecha no posterior al 10 de marzo de 1921;

5. Liberar a todos los prisioneros políticos de los partidos socialistas, así como a todos los obreros, campesinos, soldados y marineros encarcelados en vinculación con los movimientos laborales y campesinos;

6. Elegir una comisión que revise los procesos de quienes permanecen en las prisiones y campos de concentración;

7. Abolir todos los departamentos políticos, porque a ningún partido deben dársele privilegios especiales en la propagación de sus ideas o acordársele apoyo financiero del Estado para tales propósitos. En cambio, deben establecerse comisiones culturales y educacionales, elegidas localmente y financiadas por el Estado;

8. Retirar de inmediato todos los destacamentos de inspección caminera;

9. Igualar las raciones de todos los trabajadores, con excepción de los que realizan tareas insalubres;

10.Suprimir los destacamentos comunistas de combate en todas las ramas del ejército, así como las guardias comunistas que se mantienen en las fábricas y talleres. Si tales guardias o destacamentos resultaran necesarios, se designarán en el ejército tomándolos de sus propias filas y en las fábricas y talleres a discreción de los obreros;

11.Dar a los campesinos plena libertad de acción respecto de la tierra, y también el derecho de tener ganado, con la condición de que se las arreglen con sus propios medios, es decir, sin emplear trabajo asalariado;

12.Requerir a todas las ramas del ejército, así como a nuestros camaradas los cadetes militares (kursanty), que aprueben nuestra resolución;

13.Pedir que la prensa dé amplia publicidad a todas nuestras resoluciones;

14.Designar una oficina de control itinerante;

15.Permitir la producción de los artesanos libres que utilicen su propio trabajo.

PETRICHENKO, Presidente de la Asamblea de la Escuadra

PEREPELKIN, Secretario."


Esta situación no sería tolerada por la política totalitaria de Lenin, quien envió al ejército rojo en cabeza de Trotsky a aplastar al movimiento obrero.

El mismo día de su caída, los trabajadores del soviet de Kronstadt -entre los que se encontraban numerosos comunistas desencantados- se pronunciaron en un discurso memorable, un último canto del cisne de la resistencia, que evidencia como la llegada del comunismo, no representó el fin de la dialéctica de clases como predecía Marx, sino una nueva dialéctica, ya no era la burguesía la que explotaba al proletariado, era el politik buró del partido comunista. Sus supuestos liberadores ahora eran sus verdugos. A continuación el texto completo del discurso, tomado del texto “Lenin y el totalitarismo” de Mauricio Rojas -2017-, pag.122 :



“Al hacer la revolución de octubre, la clase obrera había esperado obtener su emancipación. Pero el resultado fue una esclavitud aún mayor de los seres humanos. El poder de la monarquía, basado en la policía y la gendarmería, pasó a manos de los usurpadores comunistas que en vez de darle libertad a los trabajadores les han dado el temor cotidiano de terminar en las cámaras de tortura de la Cheka, cuyos horrores exceden con mucho a los del régimen de la gendarmería zarista (…) Pero lo más bajo y criminal de todo es la esclavitud moral instaurada por los comunistas: ellos han incluso metido sus manos en el mundo espiritual de los trabajadores obligándolos a pensar a su manera (…) A las protestas de los campesinos, expresadas en levantamientos espontáneos, y a aquellas de los trabajadores, cuyas condiciones de vida los impelen a declararse en huelga, ellos han respondido con las ejecuciones en masa y un apetito por la sangre que de lejos excede al de los generales zaristas (…) Bajo el yugo de la dictadura comunista, la misma vida es peor que la muerte”.


Como manifiesta Rojas -2017- “Así terminaba el “asalto al cielo” del año 1917. La utopía se había transformado en distopía y la liberación en esclavitud. Lo que empezó con la famosa consigna de “todo el poder a los siviets” concluía bajo la consigna de hecho del nuevo poder dictatorial: “todo el poder contra los soviets”.

A manera de prolegómeno, nunca los intereses de la clase obrera son los mismos de la burguesía, ni támpoco, como lo demuestra el ejemplo de Kronstadt, los mismos del Estado. Por eso resulta importante defender el derecho humano a la libertad sindical consagrado en el artículo 23 de la declaración de 1948, que implica que los trabajadores puedan velar por sus propios intereses a través de sindicatos independientes del poder. Esta es la línea que defiende la social democracia desde el programa de Bad Godesberg de 1959, que ha aceptado la economía social de mercado, donde se reconocen las libertades económicas -libertad de empresa-, sin renunciar por otro lado al reconocimiento de los derechos laborales.