El 1
de diciembre de 1955 en la ciudad de Montgomery, una mujer de raza negra
llamada Rosa Parks, se negó a ceder el asiento de bus a un hombre blanco y
moverse a la parte trasera del mismo como se lo ordenaban las leyes racistas del
Estado de Alabama-EEUU, por tal motivo fue a la cárcel. Su acción de rebeldía
frente a una norma injusta, derivó en la lucha por los derechos civiles de los
afroamericanos en ese país que buscaban la igualdad de trato ante la ley y la
no discriminación en razón de su color de piel.
El 13
de junio de 1936, un ciudadano alemán llamado August Landmesser, fue el único en
medio de una multitud, que se negó a hacer el saludo nazi en un evento público
en el que participó Adolf Hitler, al que tuvieron que acudir los trabajadores
de los astilleros de Hamburgo-Alemania. Su acto de altura moral estaba
profundamente motivado por el amor. Su compañera de vida Irma Eckler, era judía
y las leyes de Núremberg de los Nazis, prohibían a los alemanes contraer
matrimonio legal con mujeres judías. Sin embargo, nunca dejó a su mujer a pesar
del riesgo que esto podía traerle. Posteriormente ella fue llevada a un campo
de exterminio donde fue asesinada. Él fue reclutado por la fuerza para el
ejército, donde fué asesinado.
El 12
de octubre de 1936 el rector de la Universidad de Salamanca Don Miguel de
Unamuno se enfrentó a un auditorio lleno de fascistas, quienes más tarde
destruirían la República Española y establecerían una cruenta dictadura que
duraría unos 36 años. Mientras el General Millán Astray, en el escenario y ante
todos sus matones trogloditas de extrema derecha gritaba: "¡viva la
muerte!, ¡muerte a los intelectuales!", el estoico y anciano rector, aún a
riesgo de jugarse la vida y armado sólo con su sabiduría exclamó: ¡Viva la
vida!. Por su desafío, Don Miguel sería cesado de su cargo por el gobierno
fascista de Franco.
Entre
1850 y 1861 Harriet Tubman, una afroamericana que se había fugado de su
esclavitud, realizó más de 11 viajes en los que rescató a más de 300 esclavos
de plantaciones de algodón ubicadas en el sur de los Estados Unidos -donde la
esclavitud era legal-, ayudándolos a escapar a los estados del norte donde ese
flagelo para entonces ya estaba abolido. No solo eso, instruyó a otros en las
rutas y procedimientos de rescate, lo que generó que muchos otros siguieran su
ejemplo y liberaran aún más personas.
El 5
de julio de 1948, Nye Bevan, un hombre que ya rondaba los 50 años de edad, en
su calidad de ministro de salud del gobierno del partido laborista de Clement
Atlee, fundaba en Inglaterra el NATIONAL HEALT SERVICE -NHS-, el primer
servicio público de salud universal de la historia de la humanidad, que se le
prestaba a todos los habitantes, especialmente a los más pobres, de manera
gratuita y con calidad.
Nye
Bevan, en su infancia había sino un niño minero que trabajó en las sucias minas
de carbón de Gales. En ese entonces había visto morir a su padre de
neumoconiosis pulmonar tras una larga agonía; una enfermedad que este había
adquirido en su duro trabajo, también como minero. Había muerto por que su
familia era tan pobre que no tuvo el dinero para atender el alto costo de la
enfermedad, ya que la salud en ese entonces, más que hoy, era una cuestión de
quien podía permitir pagársela. En ese momento se juró así mismo que si algún
día tenía la oportunidad, nadie jamás moriría por no tener con que pagar la
cuenta del hospital.
Recientemente
el filósofo Búlgaro Tzvetan Todorov (2012) expresó:
“Ser
civilizado no significa haber hecho estudios superiores, o haber leído muchos
libros, y por lo tanto poseer un gran saber. Todos sabemos que esos conocimientos
no impidieron acciones totalmente bárbaras. Ser civilizado significa ser capaz
de reconocer plenamente la humanidad de los demás, aunque sus rostros y sus
costumbres sean diferentes de las nuestras, y saber también ponerse en su lugar
para vernos a nosotros mismos desde fuera.” (p.177).
Miles
de libros y leyes han sido escritas respectivamente por filósofos, teólogos y
legisladores, tratando de definir un concepto universalmente válido acerca de
la noción de justicia. Sin embargo, nunca nadie ha podido lograr un consenso y
los debates sobre el tema en la actualidad son verdaderas conflagraciones
intelectuales.
A
pesar de lo anterior, todos los que estamos aquí reunidos sin excepción alguna,
somos capaces de reconocer como profundamente justas, las cinco acciones
humanas con las que he decidido abrir y a su vez cerrar esta fugaz bienvenida.
Esto nos entrega la certidumbre afortunada de que la justicia, ese antiguo
sueño de la humanidad, no es una vana aspiración de los románticos poetas, y
que ella si existe. Lo visto, también nos enseña una noble lección que espero
conserven en su memoria: La justicia más que en el conocimiento o en las
leyes, se puede encontrar a diario, en la belleza que rodea las buenas acciones
humanas. Antes que buenos profesionales, el mundo necesita buenos seres
humanos.
Nunca lo
olviden.